Cuando uno alcanza los 53 años en un estado mental y físico medianamente aceptable se supone que lo que tiene que hacer es un curso de cata, tener un handicap suficiente en golf y disponer de un coche lo bastante atrayente para que las jovencitas se fijen en él y no en tus michelines.
Yo no cumplo nada de descrito arriba pero me he permitido un lujo muy especial: He sido padre.
Y ese lujo no se paga con dinero !!! Además, ¿cómo se puede cuantificar la mirada de un bebé de nueve días? Si, ya se que no me ve, al menos eso dice la Ciencia, pero Gonzalo se me queda mirando fijamente, como intentando descifrar que es eso que tengo en la cara y que le pincha cuando le beso. O que significan esas palabras que le digo con esa voz que ponemos cuando nos dirigimos a un bebé.
Es tan fragil que a veces me parece que se va a romper cuando lo estrujo porque eso es algo que no puedo evitar. Por otra parte, tiene una fuerza a veces incomprensible en sus pulmones que de vez en cuando atrona en la noche y hace que nuestros perros ladren a la luna o a nosotros como urgiendonos a que demos fin a sus llantos.
Le deseo un buen viaje vital a ese pequeño que acaba de llegar y, sin embargo, parece que siempre estuvo entre nosotros.
No será fácil. Tendrá alegrías y penas. Amará y será amado; tal vez un día tenga hijos y será él quien no duerma por las noches.
Su madre y yo, seremos felices cuando él lo sea y estaremos a su lado cuando nos necesite.
Hijo deseado al fin y al cabo...
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